Actualmente la competitividad dentro de cualquier ámbito industrial es muy amplia, por lo que la reducción de costes sin perjudicar la calidad final del producto es vital para la supervivencia de las empresas.

Uno de los costes que en ocasiones se considera “innecesario”, por el hecho de ser un coste fuera de la producción, es el asociado a la depuración de las aguas residuales. Pero los riesgos de no tratar correctamente el vertido son elevados: costes de gestión de los vertidos generados, de sanción administrativa, imagen de empresa, costes ambientales e incluso penales. Por tanto, teniendo en cuenta que en muchos sectores industriales el tratamiento de vertidos es imprescindible, es muy importante conseguir ajustar su coste.

Es fundamental conocer cuáles son los principales costes que aparecen en el tratamiento de depuración y hasta qué punto podemos intervenir en los mismos.

Costes de implantación: debidos a la inversión necesaria para la instalación y puesta en marcha del sistema de depuración.

Muchos son los factores a tener en cuenta, pero para poder ajustar los costes al máximo en esta fase, es necesario realizar un estudio detallado y un análisis de las diversas alternativas. Previamente a la inversión en depuración habrá que tener siempre en cuenta que un buen trabajo de minimización en origen (tanto para la reducción de caudales como de la carga contaminante de las aguas) reduce de forma considerable esta inversión inicial pudiendo en algunos casos, incluso, eliminarla.

Una vez decidida la alternativa técnica del tratamiento, la correcta inversión influirá de forma significativa en los costes de explotación.

Costes de explotación: son todos aquellos costes que se pueden asociar con el proceso de depuración a lo largo de la vida útil de la instalación que se pueden dividir en:

Costes fijos: son aquellos independientes del volumen de agua tratado en la planta: costes de personal, costes de mantenimiento, costes de seguimiento y control, costes relacionados con la seguridad y la salud. Sobre todos ellos se puede trabajar para reducir la incidencia final, pero tienen un pequeño margen de maniobra, ya que dependerá del tamaño de la instalación, de la automatización de esta y de la organización de la empresa.

Costes variables: son aquellos que dependen de la cantidad y carga contaminante de agua a tratar, de los residuos generados y del cuidado que se le da a cada uno de los equipos o elementos de la instalación.

En este apartado, cabe destacar los costes energéticos, ya que en la gran mayoría de las plantas de depuración son los más altos de todos (y con una tendencia al alza de los precios de la energía); y, sobre ellos, se puede trabajar exhaustivamente con el fin de reducirlos considerablemente. Por todo ello, dedicaremos otro artículo a hablar exclusivamente de los mismos.

También hay que tener en cuenta los costes de aditivos o productos químicos: coagulante, floculante, ácido/base, antiespumante, … para la reducción de estos costes se pueden realizar estudios de sustitución de productos o de minimización, además de una buena formación específica del personal de operación, con una correcta dosificación de los productos.

Otro de los factores que genera un importante impacto económico es la gestión de los residuos generados (cuyo coste está creciendo de forma muy notable); por un lado, los fangos generados en el desbaste y por otro los generados en tratamientos primarios y tratamientos secundarios (que habitualmente se gestionan conjuntamente). Es importante buscar la mayor sequedad en todos ellos, de modo que se gestione la menor cantidad de agua como “residuo”. Es muy importante acertar con el sistema de deshidratación idóneo en cada caso y con la dosis y el tipo de aditivo que nos asegure un correcto funcionamiento del proceso de deshidratación. Además, es importante estudiar de forma correcta el uso para el que irá destinado el fango generado, ya que el coste de un tratamiento u otro variará considerablemente; pudiendo, en ocasiones, reducirse casi en su totalidad, al tratarlo como un subproducto. Dedicaremos otro artículo a hablar sobre cómo se puede reducir la cantidad de fangos a gestionar externamente.

También hay que añadir en este bloque, el coste de reposición de equipos. Se trata de un coste variable, ya que dependerá del mantenimiento predictivo y preventivo que se lleve a cabo sobre cada uno de los equipos. Está comprobado que dichos mantenimientos aumentan la vida útil de los equipos, lo que supone un ahorro en el largo plazo.

Por último, hay que tener en cuenta el coste asociado al vertido final, es decir, el Canon de Vertido. Éste dependerá del volumen vertido y de la calidad final de las aguas, siendo mucho más económico en los casos en los que los vertidos se realizan a cauce público que a alcantarillado municipal, pero también con valores de exigencia mucho mayores en los primeros y con importantes sanciones en caso de incumplimiento.

Como puede observarse en este acercamiento a los costes relacionados con la depuración de aguas residuales en la industria, existen gran cantidad de puntos en los que trabajar para poder obtener un resultado “eficiente” en el tratamiento de nuestros vertidos; pero es importante tener en cuenta que cada factor sobre el que se trabaja influye directamente en los demás, por lo que hay que analizar el sistema como un todo y buscar una eficiencia coste –beneficio global.

También es importante puntualizar que cada planta de depuración y cada vertido es diferente (aunque se trate del mismo sector y de instalaciones similares) y pueden variar a lo largo del tiempo, por lo que no podemos basarnos en parámetros de operación estándar para optimizar nuestra planta; es necesario un estudio y acompañamiento, por parte de personal especializado, de cada proceso y de forma detallada; lo que llevará, junto a la experiencia de los técnicos involucrados, a la optimización de cada planta específica, en un momento determinado.